- Cómo han cambiado las cosas.¿ Recuerdas cuando eras niña y tenía que esconderte las medicinas en pastelillos de chocolate para que te las tomaras? Los dos primeros pastelillos siempre funcionaban ¡pero ay los siguientes¡, teníamos que cogerte como a los gatos y hacerte tragar el jarabe. Ahora eres tú la que reprimes a esta vieja loca. Mi pequeña ¡ cómo has crecido!. Las medicinas a mí no me curarán nunca, puede que hagan que mi enfermedad trote a paso más lento hasta invadirme, pero nadie curará mi enfermedad. ¡Que Dios bendiga mi enfermedad!.

¿ Sabes lo duro que es, cuando la persona a la que amas, se marcha? No escuchar sus palabras, ni ver su mirada, ni escuchar sus risas ...
Durante años, cuando el reloj marcaba las ocho de la tarde, me ponía a preparar la cena para los dos. Preparaba la mesa cómo a él le gustaba, con el centro de flores, las copas, las velas y me gustaba jugar a imaginar que le esperaba sentada en el sillón, como cada noche, a que regresara del trabajo. Pero el reloj avanzaba, sonaban las campanadas una y otra vez y la puerta nunca se abría.
Ahora, tengo la oportunidad de vivir de nuevo mi vida, de volver a sentir sus besos, sus caricias, cumplir mis deseos, cerrar todas las puertas que dejamos abiertas y no es un sueño ni un juego. ¡ Es real!.He vivido una vida maravillosa, volver a pasar por ello es un regalo, dentro de un rato lo olvidaré y empezaremos de nuevo desde la primera rosa, el primer beso ó el día de nuestra boda. Que tiene de malo que pueda viajar hacia mi pasado, mis recuerdos más bellos y todo aquello que un día me hizo tan feliz, no hay nada en toda mi vida que no quiera revivir.. Son como unas pequeñas vacaciones que me alejan de estas paredes blancas, una forma sencilla de viajar en el tiempo.
Cuando regreso al mundo en el que queréis que viva, es cuando sufro. Me duelen todos los huesos de mi cuerpo, no puedo apenas dar unos pasos sin bastón, no me queda nada, ya no soy más que una vieja que tiene fecha de caducidad. Miro el espejo y veo una piel árida, unas manos deformes y un horrible pijama. Me siento mirando hacia la ventana y dejo que el canto de los pájaros me llene el vacío inmenso, esperando de nuevo impaciente, a que mi enfermedad me lleve de nuevo a la laguna de mis recuerdos y volver a subir a un escenario con mis zapatos de tacón.
Supongo que para ti es muy duro ver que a veces no te reconozco, que rechazo tus besos y te grito como una loca echándote de la habitación, perdóname amor mío ¡ perdóname!. Aquí no hay billetes de primera clase, y a veces, el final del trayecto me deja en un mundo perdido. Sabes que te quiero más que a mi vida, aunque a veces mi cerebro no encuentre el camino junto al corazón. Es el precio que tengo que pagar para poder seguir viviendo con la única ilusión que me queda.
No hablemos más de mí, aprovechemos el tiempo que nos queda antes de que no te reconozca y cuéntame cosas de ti y de los niños, diles que les quiero y que su abuela, un día .... lució en bata de cola.
P.D: Toñi, buen viaje princesa, seguro que sí.