martes, 13 de noviembre de 2007

Viaje hacia el todo ... con destino a ninguna parte

- Mamá, vengo de hablar con el Doctor, dice que tu estado ha empeorado y tus lagunas van en aumento. Ahora entro en tu habitación y veo que tiras la medicación por el retrete. ¡No me dejas otra alternativa, tendré que hablar con él de nuevo y pedirle que te vigilen!.



- Cómo han cambiado las cosas.¿ Recuerdas cuando eras niña y tenía que esconderte las medicinas en pastelillos de chocolate para que te las tomaras? Los dos primeros pastelillos siempre funcionaban ¡pero ay los siguientes¡, teníamos que cogerte como a los gatos y hacerte tragar el jarabe. Ahora eres tú la que reprimes a esta vieja loca. Mi pequeña ¡ cómo has crecido!. Las medicinas a mí no me curarán nunca, puede que hagan que mi enfermedad trote a paso más lento hasta invadirme, pero nadie curará mi enfermedad. ¡Que Dios bendiga mi enfermedad!.



Antes de que vinieras he estado con tu padre, como siempre iba con su traje y corbata, el bigote bien perfilado y su pelo engominado hacia atrás. ¡ Yo estaba esplendida, radiante y hermosa!. Llevaba puesta mi bata de cola roja y mis zarcillos de coral. Cuando he terminado de cantar la copla, ¡tenías que haber visto como el público se ha puesto en pie arrojando miles de claveles al escenario!, he tenido que apartarlos con mis manos para rescatar la rosa de tu padre. La he colocado entre mis pechos y le he tirado mi peina de jazmines besados, dejando en ellos la marca carmesí de mis labios.¿ Sabes cuantas rosas más tendrá que tirar, antes de que le deje besarme? Serán novecientas noventa y nueve rosas más. Siempre pensé que el hombre que fuera capaz de esperarme mil rosas, me amaría lo suficiente, cómo para pasar el resto de nuestras vidas juntos. Él siempre pensó que la mujer que llevara mil rosas suyas prendida en el escote, le querría lo suficiente, para amarle toda la vida. Y así fue.



¿ Sabes lo duro que es, cuando la persona a la que amas, se marcha? No escuchar sus palabras, ni ver su mirada, ni escuchar sus risas ...



Durante años, cuando el reloj marcaba las ocho de la tarde, me ponía a preparar la cena para los dos. Preparaba la mesa cómo a él le gustaba, con el centro de flores, las copas, las velas y me gustaba jugar a imaginar que le esperaba sentada en el sillón, como cada noche, a que regresara del trabajo. Pero el reloj avanzaba, sonaban las campanadas una y otra vez y la puerta nunca se abría.



Ahora, tengo la oportunidad de vivir de nuevo mi vida, de volver a sentir sus besos, sus caricias, cumplir mis deseos, cerrar todas las puertas que dejamos abiertas y no es un sueño ni un juego. ¡ Es real!.He vivido una vida maravillosa, volver a pasar por ello es un regalo, dentro de un rato lo olvidaré y empezaremos de nuevo desde la primera rosa, el primer beso ó el día de nuestra boda. Que tiene de malo que pueda viajar hacia mi pasado, mis recuerdos más bellos y todo aquello que un día me hizo tan feliz, no hay nada en toda mi vida que no quiera revivir.. Son como unas pequeñas vacaciones que me alejan de estas paredes blancas, una forma sencilla de viajar en el tiempo.



Cuando regreso al mundo en el que queréis que viva, es cuando sufro. Me duelen todos los huesos de mi cuerpo, no puedo apenas dar unos pasos sin bastón, no me queda nada, ya no soy más que una vieja que tiene fecha de caducidad. Miro el espejo y veo una piel árida, unas manos deformes y un horrible pijama. Me siento mirando hacia la ventana y dejo que el canto de los pájaros me llene el vacío inmenso, esperando de nuevo impaciente, a que mi enfermedad me lleve de nuevo a la laguna de mis recuerdos y volver a subir a un escenario con mis zapatos de tacón.



Supongo que para ti es muy duro ver que a veces no te reconozco, que rechazo tus besos y te grito como una loca echándote de la habitación, perdóname amor mío ¡ perdóname!. Aquí no hay billetes de primera clase, y a veces, el final del trayecto me deja en un mundo perdido. Sabes que te quiero más que a mi vida, aunque a veces mi cerebro no encuentre el camino junto al corazón. Es el precio que tengo que pagar para poder seguir viviendo con la única ilusión que me queda.



No hablemos más de mí, aprovechemos el tiempo que nos queda antes de que no te reconozca y cuéntame cosas de ti y de los niños, diles que les quiero y que su abuela, un día .... lució en bata de cola.



P.D: Toñi, buen viaje princesa, seguro que sí.